Los juegos populares y la etapa heroica

Los juegos populares

Allá por la década del 30, la Municipalidad de Casilda organizaba, en las magnas fiestas patrias, al margen de los actos protocolares, los festejos populares con el fin de promover una integración de las diferentes colectividades, y en algunas fechas trascendentes no faltaron los grandes asados de vaquillona o con cuero para todos los vecinos.
Los juegos consistían en el palo enjabonado, carrera de embolsados de tres pies, del huevo en la cuchara, romper la piñata, enhebrar la aguja, carrera de lentitud en bicicleta, de patines, etc.; y para la diversión de la paisanada las carreras cuadreras, de sortijas y la «muchila», aparentemente esta designación proviene de mucho, porque participaban todos los jinetes que había, poniéndose en una misma línea de partida y el que llegaba primero a la meta determinada recibía algún premio, en otra zona a esta competencia ecuestre suele llamársele «la polla», los lugares donde se corrían eran Boulevard Echeverría en Barrio Alberdi; Boulevard Lisandro de la Torre en Barrio Nueva Roma; las carreras cuadreras se realizaban en el Parque Casado.

Club Aprendices, antiguo predio en Barrio Alberdi

Club Aprendices, antiguo predio en Barrio Alberdi

Estación del ferrocarril, sitio elegido para las carreras de sortijas

Estación del ferrocarril, sitio elegido para las carreras de sortijas

Las carreras de sortijas se llevaban a cabo frente al Palacio Municipal por calle Casado; detrás de la Estación del Ferrocarril por Boulevard 25 de Mayo; en la actual Capilla de Nueva Roma; enfrente de la Comisaría del Barrio San Carlos, calle Fray Luis Beltrán entre Lavalle y Urquiza. Estas carreras tenían las siguientes características locales, por lo cual en el arco se colocaban tres sortijas, cada una tenía un premio, la que estaba prendida a un broche con una cinta celeste y blanca era la que correspondía al primer premio y se colocaba en el centro; la que tenía los colores españoles el segundo y se colocaba a la derecha vista del lugar de partida; y con los colores italianos el tercer premio y se colocaba a la izquierda. Los corredores en sus montados se agrupaban a no más de 50 metros del arco que había sido colocado a la altura máxima de un jinete parado en los estribos. La largada se hacía sin ninguna determinación previa, pero después de la primera pasada todos respetaban su lugar, bastaba con sacar una sortija para llevarse el premio, no se pagaba inscripción y como ya se ha señalado en los colores de la sortija estaba determinada la categoría del premio, que podía consistir en un poncho u otra prenda muy apreciada por los participantes.

La comparsa Marinos Terrestres, año 1895

La comparsa Marinos Terrestres, año 1895

 

Nuevos caracteres culturales

En la Región Pampeana, las generaciones de las leyendas y las creencias supersticiosas, han casi desaparecido, la colonización práctica y positivista eclipso las costumbres criollas. También contribuyó la superación de las creencias, el grado de alfabetización y los mayores contactos sociales, directos e indirectos.
Sin que por lo expuesto podríamos aseverar que no exista un grado de superstición aún en ámbitos de cultura institucional.
El Gaucho, supersticioso como todo campesino, lo fue en mayor medida cuanto mas aislado se hallaba de los centros populosos. Obligado por naturaleza a ser muy observador, sus facultades se fueron agudizando; dotado de gran memoria, archiva todos los hechos, que trataba de correlacionar en cuantos las circunstancias parezcan exigirlo, mas no pudiendo, siempre, darse una explicación satisfactoria y natural de los hechos de frondosa imaginación, hace intervenir de inmediato lo sobrenatural, para revestir así sus concepciones de ingenua poesía.
Los inmigrantes que se establecieron en las nuevas tierras, ignoraban casi en absoluto las leyendas, creencias y narraciones gauchas. Las familias eran núcleos cuya cosmovisión difería de la hispano-indígena y el conjunto se posesionó del campo con otro espíritu.
Los campesinos inmigrantes de la primera época no conocían por ejemplo, la significación de la «luz mala» y de otros fenómenos propicios al mito y la superstición. Las leyendas de pájaros y animales autóctonos, estaban fuera de su cultura, así como ignoraban también sus nombres y las denominaciones de la flora pampeana, menos aun su aplicación en el campo terapéutico.
Las conversaciones diarias tenían como motivos centrales los relacionados con las tareas agrícolas, y las controversias mas importantes giraban en torno a los intereses reglados por los contratos, por todo ello sin raíz directa con las costumbres del país. La desvinculación con la vida de los criollos hizo que se afirmaran caracteres perdurables que resistieron la absorción del medio y crearon elementos tradicionales nuevos. Como las narraciones que tratan de las peripecias que tuvieron que afrontar los primeros pobladores, en la «etapa heroica» el temor al ataque de los indios que hacia que tenían que empuñar el arado de mancera con la carabina por bandolera, el prejuicio inducido antes de embarcarse desde el Viejo Mundo contra los criollos. Estas narraciones aún vigentes se mantienen con las deformaciones propias de los temas de tradición oral.
 

La etapa heroica

Fueron innumerables los contratiempos, y problemas que tuvieron que afrontar los primeros colonos de la Candelaria, establecidos en un medio extraño, sumándole a ellos las adversidades del orden natural, que parecía que se resistía al gran cambio que sobrevenía desatando lluvias y granizos, las plagas de langostas, las pestes de fiebre amarilla y el cólera, nada pudo impedir la transformación cultural. Otra filosofía de vida, era como una fiebre de las espigas de oro, era lógica esta urgencia de «hacerse la Amércica» y como querer es poder llegaron las buenas cosechas, de aquí se efectuaron las primeras partidas de trigo en forma organizada (12 de Abril de 1878) al Viejo Mundo, aumentando la demanda de cosecheros u obreros golondrinas, los que fueron arribando a estos lares, provenientes de las provincias mas pobres, como Santiago del Estero. Recordemos que nuestras provincias presentan en su geografía folklórica una subregión con la influencia cordobesa y otra santiagueña en las respectivas zonas que limitan con estas provincias mediterráneas.
Arribaban estos curtidos obrajeros sin mas anhelo que «salvar» el año con una buena cosecha y regresar a sus pagos, donde el resto de su familia, superviviendo, lo aguardaba lleno de esperanza. Traían además de sus magras alforjas, un cúmulo de ancestrales supersticiones, de una personalidad que dejaba traslucir ciertos temores ante las manifestaciones o hechos paranormales.
Sabedores de esta condición, hubo algunos colonos, casos muy aislados, que empelaron malignos artilugios, cuando a la hora de tener que efectuar el correspondiente pago por el trabajo realizado como el ideado por uno de los acopiadores de cereales de la Colonia quien mediante un sistema de cañería que daba a los galpones, donde dormían los peones, los que eran despertados a media noche por lúgubres gemidos, que les provocaba un pánico tal que optaban por levantar el «mono» (envoltorio con sus pertenencias) y huían aterrorizados sin acordarse de que al otro día tenían que cobrar (estos hechos fueron recogidos a través de la tradición oral). Del mismo modo los primeros colonos también sufrieron el abuso por parte de algunos religiosos que apoyándose en la fe dogmática de esos tiempos, les exigían un excesivo diezmo a cambio del paraíso celestial.

 

La tradición cultural criolla de la región pampeana

A partir de la década de los años 30 del siglo XIX la Tradición Cultural Criolla de La Pampa, empieza a transitar una etapa de ciertos tipos de cambios, que alteran su configuración, fueron empobreciendo la vitalidad original, a medida que el tiempo de la colonización masiva fue tomando cuerpo.
A partir de 1880 empezó una etapa convergente resultado del impacto de la corriente migratoria procedente del continente europeo a lo que se sumo la acción de los hombres de la generación conocida como «la generación del 80» que lideraron grandes transformaciones políticas, económicas y sociales. Transporte y comunicaciones confluyen en las ciudades portuarias, Buenos Aires, Rosario y Santa Fe, se constituyen como bocas de salidas para los productos agrícolas. También se originan grandes cambios sociales, iniciándose un proceso de secularización que motivo ondas divisiones entre los argentinos de esa época y dio origen a muchas controversias. Por un lado incidió en este proceso la actitud de muchos inmigrantes (y también de muchos locales) que hicieron de la posesión de bienes materiales el único norte de su vida; y por otro el ejercicio pleno de la soberanía por parte del Estado Nacional Argentino que promulgó la ley de Educación Común y la ley de Matrimonio y Registro civil.

Pergamino donde se firma el Acta de la Declaratoria como Ciudad, año 1907

Pergamino donde se firma el Acta de la Declaratoria como Ciudad, año 1907

Calle Buenos Aires en el marco de los festejos de la Declaratoria de Ciudad

Calle Buenos Aires en el marco de los festejos de la Declaratoria de Ciudad

Hacia la década última del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX, la campaña vive «el tiempo del gringo» que se suma a las transformaciones técnicas, que el criollo se resiste a utilizar de lleno. A veces son los propios hacendados que critican los viejos usos, los hábitos tradicionales o la costumbre de tomar mate o la indumentaria o el habla popular empleados por los peones. El alambrado fue la innovación que mas influencia tuvo en los cambios producidos, sumado al cuidado sanitario de las majadas, la alimentación de los animales de raza; las aguadas en lotes y potreros, la construcción de galpones y depósitos para guardar lana y otros subproductos. Por ese tiempo el molino de viento se convertirá en el símbolo del nuevo paisaje pampeano. Tanto es así que una localidad vecina a Casilda lleva esa denominación.
La explotación del ganado lanar requirió satisfacer una serie de nuevas necesidades: galpones para las tareas de esquilar, más corrales para encerrar las majadas, la constante prevención contra la sarna, y su tratamiento si la infección había aparecido. Había que contratar esquiladores, vigilar el trabajo, enfardar la lana, acomodar las estibas en los depósitos, gestionar la comercialización y venta a las barracas, transportarlas si se disponía de carretas o chatas y sino, tratar con intermediarios. Las majadas eran cuidadas por pastores que fueron gringos en su mayor parte, vivían en condiciones tan precarias como los puesteros criollos en misérrimos ranchos sin mejora alguna. Comían carne de capón, a un promedio de un ejemplar día por medio a cada tres personas; lo demás había que conseguirlo en las pulperías cercanas o en los primeros almacenes de Ramos Generales que comenzaban a establecerse en la campaña, cuyos dueños no pocas veces eran socios el dueño del ganado. La explotación del ganado lanar ocasionó a menudo conflictos con la agricultura cuando la esquila se realizaba en tiempo de verano y restaba mano de obra para la siega del trigo. En las tareas de esquila, es oportuno recordar que entre las primeras cuadrillas organizadas para tal fin figuraran algunas integradas por vascos, que contaban con mujeres entre su personal, cosa que los criollos no miraron nunca con buenos ojos.
Pero el cambio sufrido por el inmigrante también fue intenso según los casos. El acriollamiento fue demorado cuando llegó a lugares en los que sus compatriotas estaban afincados en comunidades. En donde contaban con sus propias escuelas, negocios y templos, a cargo de gente de su lengua y de su cultura que facilitó las cosas. Pero aún en estos sitios debieron ir acostumbrándose al nuevo medio físico y cultural.
Cuando los ferrocarriles comenzaron su lenta e inexorable expansión desplazaron en buena parte a los vehículos de tracción a sangre para el transporte de productos de país y pasajeros, con tremendas consecuencias para mucha gente que ejercitaba oficios especializados, como por ejemplo, constructores de carretas, carreteros, troperos, sogueros y amansadores de bueyes para uncir, en las comunicaciones también se vieron afectadas las mensajerías.
A medida que el ferrocarril establecía estos servicios, el correo los utilizó derivando el transporte de la correspondencia de las carreras al norte y oeste, hasta entonces encomendado a mensajerías y correos a caballos.
El 4 de Noviembre de 1883 se inauguraron los servicios del ferrocarril que partió de Rosario y la Colonia Candelaria, y años mas tarde se extendió hasta Juárez Celman provincia de Córdoba y Melincué.
Las mensajerías, que aprovecharon el nuevo medio de transporte combinado con este los viajes hacia ciudades y localidades que todavía no lo tenían, se mantuvieron en actividad hasta que las vías férreas alcanzaran los puntos servidos por ellas y se vencían los contratos.
Las empresas de mensajerías fueron paulatinamente desapareciendo.
Las consecuencias de la acumulación de cambio produjeron, muchas veces verdadera efervescencia, dando lugar a enconadas o posesiones. Por un lado, los que fueron desplazados, como los peones que quedaron sin trabajo, los servidores de tropas de carretas, los concesionarios de galeras y mensajerías, las tirantes relaciones entre los propietarios de tierras y los hacendados que fueron afectados.
Como en el caso que origino el juicio de expropiación (Archivo de Tribunales de Rosario, Expediente Legajo Nº 110 Año 1887 Causa Civil Nº 4060 Carlos Casado Contra Domingo Leguizamón Por Expropiación de Terreno).
El proyecto de los dos ramales del Ferrocarril Oeste Santafesino que Casado quería concretar, surcaban en forma de «V» los terrenos correspondientes a la Colonia General Roca (Estancia La Cautiva), y no es de extrañar que ello acarreara un inmediato conflicto con el propietario de la misma. Como el Sr. Leguizamón se negó a conceder las extensiones de campo tomadas por la empresa para la construcción de las líneas férreas y las dos Estaciones (Palacios, luego Los Molinos, en el ramal a la Colonia Iriondo y Sanford en el tramo hacia Melincué), Casado tuvo que recurrir a la justicia. Este no fue un caso aislado que tenía una desagradable experiencia al respecto, pues muchos habían sido los problemas que se habían suscitado en la expropiación de terrenos desde Rosario a Villa Casilda, varios de los cuales estaban aún por solucionar.
A estos problemas se sumaron las facilidades y libertades que se otorgaron a los inmigrantes para profesar su religión y la proliferación de matrimonios mixtos. Así surgieron discusiones políticas y religiosas que se hicieron cosas de todos los días pese a que la Iglesia predicaba desde el púlpito la tolerancia. Se entiende que esta situación era visible ostensivamente en los poblados pequeños donde uno o dos disidentes bastaban para producir una inquietud general, mas todavía si la separación era cuestión de credo.
También la composición de la sociedad urbana empezó a ver alterada su paz, empezaban a aparecer los inmigrantes que iniciaban la lucha por reivindicaciones sociales detrás de ideas anarquistas y socialistas importadas. Pero en la campaña la realidad es otra. Los propietarios son pocos, medieros y arrendatarios son lo más. Más todavía son los peones de la cosecha, los cultivadores de alfalfa para invernada, los que cuidaban ganado a campo y a galpón, los peones estacionales, los esquiladores, los que juntaban las papas y los recolectores de maíz.
La clase alta miraba a Europa. Viajaban todos los años a París. Algunos pusieron en sus estancias un mayordomo inglés y contrataron para sus hijos institutrices francesas e inglesas.
Sin embargo la mayor influencia de la integración del país de lo que ha dado en llamarse la Argentina Moderna fue la acción de la Escuela Argentina, laica y obligatoria, que dio sello nacional a los hijos de los gringos y de los criollos, fueron educados del mismo modo, en un pie de igualdad, cubiertos por el guardapolvo blanco.
Para las primeras décadas de este siglo se va configurando una particular forma cultural en el ámbito, que fue bautizada la Pampa Gringa, ya que para la época del Centenario daba la imagen de un país pujante y arrollador, el país de los ganados y las mieses. El éxito del inmigrante dio su carácter a «La Pampa Gringa» con su persona y luego lo dieron sus hijos y sus nietos. Alguno volvió a su tierra enriquecido después de largos años de trabajo, pero los mas, compraron al final su fracción de tierra para seguir trabajando con sus hijos, reelaborando la forma de trabajar de su país de origen. Otros invirtieron su capital instalando un negocio en el pueblo, otras de las vías de arraigarse para siempre.

Antigua casona de Don Carlos Casado

Antigua casona de Don Carlos Casado

La corriente inmigratoria dejó una fuerte impronta en la cultura y en la sociedad no urbana y semiurbana. El gringo mezcló su sangre con los habitantes locales trayendo como consecuencia un gran mestizaje cultural. No se aislaron sino en ciertos lugares o en ciertas condiciones.
En las poblaciones de cierta importancia surgieron rápidamente asociaciones, sociedades de socorros mutuos, hospitales, clubes, que agrupaban a compatriotas y sus familias. La resistencia al cambio fue intensa en la campaña asumiendo a veces caracteres de rebeldía.
Para los años 30 el criollismo se refugia en la cocina de los peones. Décimas y relatos añoran el tiempo pasado, que complementan los cuentos de fogón.

Vista aerea de Casilda, Buenos Aires y Sarmiento, año 1930

Vista aerea de Casilda, Buenos Aires y Sarmiento, año 1930

El estilo de vida tradicional sufrirá un nuevo embate que hace difícil reconocerlo, allá por 1940, como consecuencia de los ensayos de industrialización, la construcción de rutas pavimentadas, la aparición del camión, y el auge del periodismo escrito y la radiotelefonía, a lo que debe agregarse los comienzos de la reacción contra la política del fraude. Del viejo criollismo quedan solo islotes perdidos en la inmensidad de la llanura, determinados por su posición geográfica o por haber quedado a trasmano del tendido condicionado por intereses no siempre claros de las vías de comunicación.
El cambio en las condiciones de vida en el campo dio origen al nacimiento de las «áreas de deterioro» como dicen los sociólogos, en las orillas de las grandes ciudades y pueblos del interior. Son las primeras rancherías «al otro lado del arroyo» o «al otro lado de la vía»: allí se establecieron carreros, chateros, reseros, domadores, aradores, gente de los siete oficios, que vivían de la changa y esperando la época de la cosecha. Esto ocurrió en la hoy ciudad de Casilda. Cuando fueron desalojados los criollos de la desaparecida población del «Desmochado Afuera», y desde la costa del Río Carcarañá, anclaron en el Barrio «Nueva Roma», fue el arrabal donde se refugió parte del criollismo venido del campo. La década del 40 termino con ellos.

Calle Buenos Aires vista desde la iglesia, año 1932

Calle Buenos Aires vista desde la iglesia, año 1932

En nuestro tiempo, el criollismo, esencia de la tradición cultural criolla de la pampa, que incluye las tradiciones sociales, culturales y religiosas, se ha incorporado al bagaje no material de la nacionalidad.

 
 
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