Movida ambientalista logró salvar un río de la mafia política y empresarial

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Una movida ambientalista logró poner fin a más de cien años de corrupción, donde el Poder y la Avaricia llevaron a la muerte de un pueblo en todos sus conceptos. «La empresa Molinos Semino produce un daño tan grande que está matando el Río Carcarañá», confió Adrián Beltrame, Presidente del Club de Cazadores y Pescadores de Casilda, respecto de la situación de la represa construida en la localidad de Carcarañá y un eterno reclamo sobre su responsabilidad en la despoblación de peces. Conocé todos los detalles sobre cómo lograron sostener en el tiempo durante más de cien años un esquema de corrupción que los llevaría a explotar un curso de agua en beneficio propio y perjudicando gravemente de manera directa a más de 600 mil personas.

 

Un pescador relata angustiado el recuerdo de los años de oro del Río Carcarañá y contrasta con la realidad actual.

 

Hoy me llevo unos sábalos para poder alimentar a mi familia. Esta es una tradición para el pescador, después se adueñaron prohibiéndonos acercarnos al río a pescar. Lo importante es poder recuperar este espacio que fue del pueblo y ahora ya no es más del pueblo, en realidad ya no somos del país tampoco… Son empresas de mucho dinero que manejan todo pero no pueden manejarnos el pueblo… Contó Carlos, con su mirada gacha y sudor en la frente luego de una intensa tarde de calor en la que intentó, como todos los días, poder pescar para llevarle un plato de comida a su familia.

 

Miles de peces mueren por día turbinados en el interior de la represa construida clandestinamente en aguas del Río Carcarañá.

 

Todo comienza prácticamente un siglo atrás con un experimento donde se crearon en el Río Carcarañá tres represas; años después quienes las construyeron vendieron esas represas a industrias sin tener en cuenta el daño ambiental que causarían, para esa época no había ningún tipo de legislación al respecto y precisamente se abusaron de eso para explotar el río a su favor. Hoy la corrupción del poder político de turno, en sintonía con las más oscuras tramas del empresariado que explota un conocido molino en las márgenes de las costas del Carcarañá, son cómplices de la más alta masacre de peses jamás antes vista. También marcas internacionales se volvieron responsablemente solidarias de dicha industria por adquirir su materia prima, cuya producción escapa a toda norma de seguridad medioambiental.

 

Desanimados, aquellos pescadores de antaño aun esperan que un día el río les devuelva tantas especies hoy ya perdidas.

 

Lo que pasa en Carcaraña, Santa Fe, es inaudito para la república Argentina, que una empresa privada se apropie de un río para la generación de energía propia, es una locura; es descabellado y, no solamente la empresa sino el Gobierno, deben hacerse cargo. Confió UFIMA, Unión Federal de Investigaciones Medio Ambientales.

 

Poder y corrupción política fueron de la mano durante más de cien años, donde se enriquecieron unos pocos usufructuando un río que es de todos.

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